jueves, 14 de febrero de 2019

Hamlet, William Shakespeare

 LA REFLEXIÓN DEL CEMENTERIO


Escritor británico de teatro y autor de obras tan famosas como Hamlet, Romeo y Julieta, Macbeth, La tempestad, Mucho ruido y pocas nueces, etc... William Shakespeare es sin duda uno de los escritores por excelencia del renacimiento literario.

En la obra de Hamlet, transcurren escenas notables que han hecho que esta obra permanezca en el recuerdo de muchas personas, hoy hablaremos de la escena en la que Hamlet y Horacio caminan por el cementerio donde transcurre una de las escenas más conocidas de la obra.

Lo primero que aparece en esta escena son dos campesinos enterrando el cadáver de Ofelia y discutiendo sobre el motivo de su muerte, mientras tanto, Hamlet y Horacio deambulan por allí. De repente, el joven príncipe, encuentra una calavera y tras una profunda reflexión sobre el carácter que tuvo ésta en otra vida,  pregunta a los sepultureros quien será enterrado, recibiendo por parte de éstos enigmas en lugar de respuestas.

Uno de los enterradores excava la tumba de Yorick, el antiguo bufón real. Hamlet lo recuerda con cariño y dirigiéndose a Horacio mientras reflexiona sobre el buen humor y agudeza que éste poseía antes de su muerte.
En esta escena, Hamlet coge la calavera de Yorick y recapacita, haciendo alusión al tópico de la muerte igualadora.

En el cuadro que se muestra anteriormente, obra de Eugene Delacroix (segunda versión de este pintor), se puede observar a Hamlet sosteniendo entre sus manos la calavera de Yorick.
El secreto de este cuadro reside más en el tema que en el tratamiento. Delacroix se centra en la figura de Hamlet,es decir, el prototipo de personalidad de joven romántico medieval atormentado por la duda entre dos mundos, el real y el de ultratumba, acosado por el deseo incestuoso, la pasión no correspondida de Ofelia, el asesinato de su padre, la traición de sus cortesanos...

En definitiva, la obra refleja todos  los conflictos que enfrentaban al hombre con sus mitos y tabúes sociales más antiguos, todos los admiradores de Delacroix se sentían identificados con este joven príncipe taciturno sentado en la tumba reflexionando y dudando sobre la existencia.







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